29 de junio de 2010

El Espejo

Alguna vez habrás escuchado cantidad de relatos acerca de los espejos, que si miras fijamente puedes ver tu muerte, que si repites un nombre 7 veces la persona vendrá por ti en la noche, en fin. Pero lo que yo estoy a punto de relatarles no tiene comparación y les aseguro que nunca se verán en un espejo con la misma tranquilidad y de la misma forma.

Denny ha sido mi amiga desde siempre, conozco su carácter y sus miedos y sé que uno de ellos es mirarse a solas de frente al espejo. Cuando iba a cumplir 15 años, sus padres prepararon una fiesta muy especial con motivo de la llegada a la adolescencia, tenía un vestido azul celeste que les había costado meses conseguir y por lo tanto, lo guardaba con sumo cuidado.

Todos los días después de clase se lo ponía y se miraba horas en el espejo deseando que ese día llegase. Unas semanas antes de la fiesta, Denny tuvo una sensaciòn de soledad y de vacío que llegaron al grado de no dejarla dormir por las noches. Una de estas noches de insomnio, repentinamente tuvo la extraña necesidad de pararse y mirarse en el espejo. Cual fue su sorpresa que al mirarse en el espejo se vio a ella misma danzando en una pista de cristal que estaba bañada completamente en sangre pero extrañamente ni ella ni su vestido se manchaban de sangre.

De repente, el ruido del despertador la sacó de su profunda imagen y aún alterada y asustada y un poco confundida por lo que acaba de presenciar se dispuso a marcharse al colegio. Al regresar se encontró con que su vestido no estaba donde siempre solía dejarlo, desesperada buscó a su madre para que le explicara pero ésta no supo decirle. Corrió de vuelta a su cuarto y en el espejo se encontró con una nota que no estaba ahí en un principio. La nota decía: " Si quieres tu vestido busca debajo de las escaleras" Sin comprender lo que pasaba, bajó las escaleras y sintió como alguien venía cuidando sus pasos y como alguien esperaba el fin de estos al final de las escaleras, trataba de detenerse pero no podía , trató de gritar pero algo le sujetaba el cuello y el rostro , algo que ni ella misma podía ver, al llegar al final de la escalera vió su vestido roto y
arañado y completamente ensangrentado. Lo agarró y al hacerlo escuchó como si mil cristales se rompieran. Asustada, corrió a su cuarto cuando la puerta se cerró súbitamente frente a ella, podía escuchar como algo estaba dentro de su habitación, le gritaba a su madre pero no recibía respuesta, parecía como si estuviera sola completamente. De repente, todo se volvió silencioso, tan silencioso que podía escuchar su propio corazón latiendo rápido muy rápido.......

Despertó de un brinco, confundida sin saber que había vivido, miró a su alrededor y vio a
su madre que la despertaba con cariño. El día de la fiesta había llegado.... cuánto tiempo había estado dormida? sucedió aquel horrible momento? lo soñó? De un salto se levantó de la cama y abri su armario buscando su vestido.... intacto. El vestido estaba ahi donde siempre sin una sola arruga, sin una sola mancha.... listo para ella. Se arregló y marchó para la fiesta , pero no notó que su espejo estaba roto, que tenía la nota aquella que le avisaba de su vestido y que por las hendiduras del espejo se podía ver algo tratando de salir...

Todo marchaba de maravilla, la fiesta un éxito, mucha gente, amigos, familia y llegó la hora del vals.... el padre pasó al frente para ese primer baile de niña a mujer cuando de pronto alguien dio un mal paso y salpicó el hermoso vestido celeste de mi amiga. Jamás olvidaré la mirada de mi amiga... sin pensarlo volvió a ver al culpable de tal accidente y sin pensarlo cogió uno de los vidrios y se le abalanzò hiriéndole en el cuello, rasguñándole la cara , la sangre saltaba hacia ella y parecía que le diera fuerza, varias personas se le abalanzaron para detenerla pero no podían con su ira, lastimó a su madre , a sus hermanos, lanzaba maldiciones y sacaba fuerza del miedo y de la histeria de los demás pero sobretodo de la sangre, de la sangre de aquel que con todo el gusto del mundo había preparado la fiesta, de quien había visto la transiciòn de niña a mujer de aquella ahora transformada bestia, la sangre de aquel que la amaba más que nada ni nadie en el mundo, la sangre de aquel que por azares del destino tropezó tirando un vaso encima del vestido de esa quinceañera, aquella que ahora le quitaba la vida a su propio padre, ante los ojos de familiares y extraños, ante la impotencia de todos, tratando de impedir la muerte sin poderlo lograr.

El padre murió sin poderlo evitar, se desangrò en el vestido de su hija que inconsciente yacía junto al que fuera su padre.... al regresar en sí no comprendía lo que sucedía ante sus ojos, comenzó a gritar sin consuelo y con gran desesperación, abrazaba el cuerpo de su padre y mientras en su cuarto el espejo misteriosamente ya no aparecía roto y una sombra se visualizaba al fondo del espejo como observando lo que acababa de suceder.

Mi amiga? Lleva 10 años en una Institución de salud mental y jura que no recordar haber asesinado a su padre.

Amigas para Siempre

Año 1982. Alicia y Sara eran dos chicas, ambas de 15 años, e íntimas amigas desde la más tierna infancia. Vivían en el mismo barrio, estudiaban en el mismo
instituto, iban a la misma clase... en fin, eran inseparables. Sin embargo, tenían caracteres muy diferentes. Alicia era alegre y extrovertida, mientras que Sara era muy tímida y callada.
Cierto día, Sara le propuso a Alicia:
- ¿Por qué no hacemos un juramento de sangre?
- ¿Qué?
- Mira, por si algún día perdemos el contacto, juramos que la que muera antes de nosotras dos, irá a avisar a la otra.
- Qué tontería, Sara, nosotras siempre estaremos juntas.
Ante la insistencia de Sara, y entre asombrada y divertida, Alicia al final aceptó la propuesta. Ambas se practicaron un corte con una navaja en el dedo índice de la mano derecha, y sellaron el pacto a la luz de unas velas. Pasaron los años. Alicia había terminado sus estudios de derecho, tenía un buen trabajo, una casa preciosa y un marido y un hijo maravillosos. Hacía mucho que no veía a Sara, la amiga de su juventud, aunque a veces se acordaba de ella cuando se veía la cicatriz de su dedo índice. Al final, la vida les había llevado por caminos distintos y no habían vuelto a verse desde que acabaron el instituto. Una noche, Alicia tuvo una horrible pesadilla: iba conduciendo, cuando de repente un camión invadía su carril y chocaba con su coche.
Se despertó empapada en sudor, y justo en ese momento, oyó llamar al timbre de la casa. Eran las 3 de la madrugada. Miró a su marido, que dormía profundamente a su lado, en ese momento, el timbre volvió a sonar con insistencia. Maldiciendo por lo
bajo y preguntándose quién podría ser a esas horas, Alicia se levantó y fue a abrir la puerta.
Cuando abrió la puerta y vio a la mujer que estaba en el porche, abrió la boca,
totalmente anonadada. Aunque había cambiado bastante, la reconoció enseguida. Allí, terriblemente pálida, ojerosa y con una enorme herida sangrante en la cabeza, estaba su antigua amiga Sara.
- ¡Por Dios, Sara! ¿Qué ta ha ocurrido? Entra, te curaré esa herida.
- ¡Cuánto tiempo sin vernos!
Sara no se movió de donde estaba.
- He venido a cumplir mi promesa, Alicia. He muerto y vengo a decírtelo.
Alicia se quedó sin habla.
- Ya que la vida nos ha separado, estaremos juntas en la muerte. Te estaré
esperando...- dijo Sara levantando el dedo índice. Acto seguido, desapareció.
Alicia empezó a notar un dolor persistente en su propio dedo índice, al mirárselo descubrió que lo tenía empapado en sangre, como si se le hubiera vuelto a abrir el corte que se hiciera años atrás... Lanzó un alarido estremecedor y cayó desvanecida al suelo. Al día siguiente, despertó en su cama y pensó que todo había sido un mal sueño. Encendió el televisor para desayunar, y lo que vio la dejó helada: la noche anterior, a las 3 de la madrugada, había habido un accidente de tráfico: un camión había chocado con un coche, y la conductora del mismo había fallecido en el acto. A partir de aquél día, su vida se convirtió en un auténtico infierno. No comía, se olvidaba de recoger a su hijo en el colegio, no rendía en el trabajo... Y todas las noches tenía el mismo sueño, en el cual oía llamar a la puerta, y al abrir veía a Sara levantando el dedo índice y diciendo "te estaré esperando", tras lo cual siempre se despertaba con un dolor insoportable en su dedo lleno de sangre. Su marido no entendía lo que le estaba pasando, los médicos no encontraban ninguna explicación, y finalmente internaron a Alicia en un psiquiátrico. Allí no hizo sino empeorar, ahora en sus pesadillas veía a Sara junto a su cama. Una noche, un celador del psiquiátrico oyó un espantoso ruido de cristales rotos que provenía de la habitación de Alicia.
Al entrar en la habitación vio que la ventana estaba rota, se asomó y vio a Alicia tirada sobre la acera en medio de un charco de sangre. Tenía una gran herida en la cabeza y a su lado, en el pavimento, alguien había escrito con su sangre: "AMIGAS PARA SIEMPRE".

25 de junio de 2010

Juguemos a los Venenos!

JUGUEMOS A LOS VENENOS

—¡Te odiamos! —Gritaron los dieciséis chicos y chicas, apretándose alrededor de Michael en el aula.
Michael gritó. El recreo había terminado, pero Mr. Howard, el maestro, aún no había llegado.
—¡Te odiamos!
Y los dieciséis chicos y chicas juntos, agolpándose y resollando, abrieron una ventana. Había tres pisos de altura hasta la acera. Michael se debatió.
Cogieron entre todos a Michael y lo empujaron por la ventana.
Mr. Howard, su maestro, entró en aquel momento en el aula.
—¡Esperad! —Gritó.
Michael cayó desde tres pisos de altura. Michael murió.
Nada se pudo hacer. La policía se encogió de hombros de forma elocuente. Todos aquellos niños tenían ocho o nueve años; no comprendían lo que estaban haciendo. Así es que...
El colapso de Mr. Howard se produjo al día siguiente. Se negó a volver a enseñar en su vida.
—Pero ¿por qué? —Le preguntaron sus amigos.
Mr. Howard no dio ninguna razón. Permaneció en silencio y una luz terrible llenó sus ojos. Más tarde, les dijo que si les contaba la verdad, creerían que se había vuelto loco.
Mr. Howard abandono Madison City. Se marchó a vivir en un pequeño pueblo cercano, Green Bay, donde permaneció durante siete años, manteniéndose con los ingresos que conseguía de escribir historias y poesía.
No se casó nunca. Las pocas mujeres a las que se aproximó siempre deseaban tener... hijos.
En el otoño de su séptimo año de autoforzado retiro, cayó enfermo un buen amigo de Mr. Howard, un maestro. Ante la falta de un sustituto adecuado, Mr. Howard fue convocado y convencido de que su deber era hacerse cargo de la clase. Dándose cuenta de que el compromiso no podía durar más de unas pocas semanas, Mr. Howard aceptó, desgraciadamente.
—A veces —dijo Mr. Howard aquella mañana de un lunes de setiembre mientras caminaba lentamente por los pasillos laterales de la clase—, a veces creo realmente que los niños son como invasores procedentes de otra dimensión.
Se detuvo, y sus brillantes ojos negros pasaron de un rostro a otro de sus pequeños oyentes. Mantenía una mano en la espalda, cerrada y apretada. La otra, como un pálido animal, se posaba en la solapa de la chaqueta mientras hablaba; después aún subió más para jugar con las gafas.
—A veces —siguió diciendo, mirando a William Arnold y a Russell Newell, y a Donald Bowers y a Charlie Hencoop—, a veces creo que los niños son pequeños monstruos surgidos del infierno porque ni siquiera el demonio puede soportarlos. Y, desde luego, creo que se debe hacer todo lo posible por reformar sus pequeñas mentes incivilizadas.
La mayor parte de sus palabras sonaron muy poco familiares en las orejas limpias y sucias de Arnold, Newell, Bowers y los demás. Pero el tono de su voz les hacía sentir miedo. Las niñas estaban apoyadas en los respaldos de sus asientos, aprisionando sus trenzas, para que él no estirara de ellas como si fueran cuerdas de campanas, con el propósito de llamar así a los ángeles negros. Todos ellos miraban a Mr. Howard como si estuvieran hipnotizados.
—Sois otra raza completamente distinta, con vuestros motivos, vuestras creencias, vuestras desobediencias —siguió diciendo Mr. Howard—. No sois humanos. Sois... niños. En consecuencia, y hasta que no seáis adultos, no tenéis ningún derecho a exigir privilegios, ni a preguntar a vuestros mayores, que saben mejor que vosotros lo que se debe hacer.
Se detuvo y colocó su elegante trasero sobre la silla situada detrás de la mesa, limpia, sin una mota de polvo.
—Vivís en vuestro mundo de fantasía —dijo, frunciendo el ceño—. Bien, aquí no habrá fantasías. Pronto descubriréis que un reglazo en la mano no es ningún sueño, ningún adorno, ninguna excitación a lo Peter Pan —lanzó entonces un resoplido y preguntó—: ¿Os he asustado? Lo he conseguido. ¡Bien! Bien y bueno. Os lo merecéis. Quiero que sepáis dónde estamos. Yo no os temo, recordadlo. No tengo miedo de vosotros —de pronto su mano tembló y empujó atrás su silla, mientras todos los ojos estaban fijos en él—. ¡Eh! —Lanzó una penetrante mirada a través de la habitación—. ¿Qué estáis murmurando por ahí atrás? ¿Algo sobre nigromancia o alguna otra cosa?
— ¿Qué es nigromancia? —Preguntó una niña pequeña, levantando la mano.
—Discutiremos eso cuando nuestros dos jóvenes amigos, los señores Arnold y Bowers expliquen qué estaban murmurando. ¿Y bien, jovencitos?
Donald Bowers se levantó.
—No nos gusta usted. Eso es todo lo que dijimos.
Después volvió a sentarse.
Mr. Howard elevó las cejas.
—Me agrada la franqueza, la verdad. Gracias por vuestra honestidad. Pero, al mismo tiempo, debo deciros que no tolero la rebelión poco seria. Esta tarde, después de las clases, os quedaréis una hora y lavaréis las pizarras.
Después de las clases, mientras se dirigía a casa, con las hojas de otoño cayendo a su alrededor, Mr. Howard se encontró con cuatro de sus alumnos. Dio un golpe seco y agudo con su bastón sobre la acera.
— ¡Eh! ¿Qué estáis haciendo?
Los dos chicos y las dos chicas, sorprendidos, retrocedieron como sí hubieran sido golpeados con el bastón sobre sus espaldas.
— ¡Oh! —exclamaron.
— ¿Y bien? —Pidió el hombre—. Explicádmelo. ¿Qué estabais haciendo antes de llegar yo?
—Jugando a los venenos —explicó William Arnold.
— ¡Veneno! —Exclamó el maestro, con el rostro contraído; después dijo con un estudiado sarcasmo—: Veneno, veneno, jugando a los venenos. Bien. ¿Y cómo se juega a los venenos?
De mala gana, William Arnold echó a correr.
— ¡Vuelve aquí! —le gritó Mr. Howard.
—Sólo voy a demostrarle cómo jugamos a los venenos —dijo el chico, saltando sobre un bloque de cemento que había en la acera—. Cada vez que llegamos ante un hombre muerto, saltamos sobre él.
— ¿Lo hacéis de veras? —preguntó Mr. Howard.
—Si salta uno sobre la tumba de un hombre muerto, queda envenenado, cae y se muere —explicó Isabel Skelton con prontitud.
—Hombres muertos, tumbas, envenenamientos —dijo burlonamente Mr. Howard—. ¿De dónde habéis sacado esa idea del hombre muerto?
— ¿No lo ve? —Preguntó Clara Parris señalando con su regla—. En este cuadrado están los nombres de dos hombres muertos.
— ¡Ridículo! —Replicó Mr. Howard, mirando de soslayo—. Eso son simplemente los nombres de los albañiles que mezclaron y colocaron el cemento de la acera.
Isabel y Clara abrieron la boca y se volvieron acusadoramente hacia los dos chicos.
— ¡Dijisteis que eran lápidas de tumbas! —gritaron las dos, casi al unísono.
—Sí —dijo William Arnold, mirándose los pies—. Lo son. Bueno, casi. Da igual —levantó la mirada y añadió—: Es tarde. Tengo que marcharme a casa. Hasta luego.
Clara Parris miró los dos pequeños nombres grabados en la acera.
—Mr. Kelly y Mr. Terrill —dijo, leyéndolos—. Entonces, ¿esto no son tumbas? ¿Mr. Kelly y Mr. Terrill no están enterrados aquí? ¿Lo ves, Isabel? Es lo que te he dicho una docena de veces.
—No lo hiciste —dijo Isabel, de mal humor.
—Mentiras deliberadas —dijo Mr. Howard, pegando golpecitos con su bastón, en un gesto de impaciencia—. Falsificación del más alto calibre. ¡Buen Dios! Señores Arnold y Bowers, no harán más estas cosas, ¿comprenden?
—Sí, señor —murmuraron los chicos.
— ¡Hablad más alto!
—Sí, señor —replicaron de nuevo.
Mr. Howard se alejó rápidamente por la calle. William Arnold esperó hasta haberle perdido de vista antes de decir:
—Espero que algún pájaro deje caer algo justo en su nariz...
—Vamos, Clara, sigamos jugando a los venenos —dijo Isabel, ilusionada.
—Se ha echado a perder todo —comentó Clara, poniendo mala cara—. Me voy a casa.
— ¡Estoy envenenado! —Gritó de pronto Donald Bowers, tirándose al suelo y haciendo como que echaba espumarajos por la boca—. ¡Mirad! ¡Estoy envenenado! ¡Ahhhh!
— ¡Oh! —exclamó Clara, enojada y echó a correr.
El sábado por la mañana, Mr. Howard miró por la ventana que daba a la calle y lanzó un juramento al ver a Isabel Skelton haciendo señales de tiza sobre la acera y saltando después sobre ellas, al mismo tiempo que contaba una monótona cancioncilla.
— ¡Deja de hacer eso!
Abalanzándose al exterior, casi la tiró al suelo en su agitación. La agarró, la sacudió violentamente y después la dejó en el suelo; permaneció en pie sobre ella y sobre las marcas de tiza.
—Sólo estaba jugando a la pata coja —dijo la niña, lloriqueando y pasándose las manos por los ojos.
—No importa. No puedes jugar aquí —declaró él; después, inclinándose sobre las marcas de tiza, las borró con su pañuelo, murmurando—: Eres una pequeña bruja. Pentagramas. Rimas y conjuros, y todo como si fuera perfectamente inocente. ¡Dios, qué inocente! ¡Eres un pequeño diablo!
Hizo un gesto, como si fuera a golpearla, pero se detuvo. Isabel echó a correr, lamentándose.
— ¡Adelante, pequeña tonta! —Gritó él con furia—. Ve corriendo y dile a tus pequeñas cohortes que has fracasado. Tendrán que intentarlo de alguna otra manera. No lo conseguirán conmigo. No lo conseguirán. ¡Oh, no!
Volvió a entrar en su casa, se sirvió un vaso lleno de brandy y se lo bebió. Durante el resto del día, estuvo oyendo a los niños jugando al tú-la-llevas, y los gritos y sonidos producidos por los pequeños monstruos en cada arbusto y sombra no le dejaron descansar.
—Otra semana como ésta —se dijo a sí mismo—, y me volveré loco de atar —se llevó una mano a su dolorida cabeza—. ¡Por el amor de Dios! ¿Por qué no podremos nacer todos adultos?
Y transcurrió otra semana. Y, entretanto, el odio fue creciendo entre él y los niños. El odio y el temor crecían juntos. El nerviosismo, las rabietas repentinas por nada, y después... la silenciosa espera. La forma en que los chicos se subían a los árboles para mirarle mientras comían manzanas, el olor melancólico del otoño posándose por toda la ciudad, los días cada vez más cortos, las noches que llegaban con mayor prontitud.
—Pero no me tocarán, no se atreverán a tocarme —se dijo Mr. Howard a sí mismo, bebiéndose un vaso de brandy detrás de otro—. En cualquier caso, todo esto es una tontería; no hay nada detrás. No tardaré en estar lejos de aquí y... de ellos. No tardaré...
Había un cráneo blanco en la ventana.
Eran las ocho de la noche de un jueves. Había sido una semana muy larga, con estallidos de cólera y acusaciones. Había tenido que ahuyentar continuamente a los niños de la zanja de la tubería del agua en construcción que estaba frente a su casa. A los chicos les encantan las excavaciones, los lugares ocultos, las tuberías, las conducciones y las zanjas, y siempre estaban subiendo y bajando, entrando y saliendo por los agujeros donde colocaban las nuevas tuberías. Gracias a Dios, todo había terminado y, al día siguiente, los trabajadores rellenarían de tierra la zanja, la apisonarían y colocarían una nueva capa de cemento, dejando la acera como estaba. Eso eliminaría a los niños. Pero, justamente ahora...
¡Había un cráneo blanco en la ventana!
No cabía la menor duda de que la mano de un niño sostenía el cráneo, apoyándolo contra el cristal, golpeándolo y moviéndolo. Se escuchaba una risa infantil procedente del exterior.
Mr. Howard salió precipitadamente de la casa.
— ¡Eh, vosotros! —explotó en medio de los tres chicos que empezaban a correr.
Echó a correr detrás de ellos, sin dejar de gritar. La calle estaba oscura, pero vio las figuras moviéndose precipitadamente por delante y por debajo de él. Las vio como si estuvieran unidas y no pudo recordar la razón de ello, hasta que fue demasiado tarde.
La tierra se abrió bajo él. Cayó y quedó en un pozo, dándose un golpe terrible en la cabeza con una tubería y, mientras perdía la conciencia, tuvo la impresión de que se ponía en marcha una verdadera avalancha, provocada por su caída, y que montones de tierra húmeda y fría caían sobre sus pantalones, sus zapatos, su chaqueta; sobre su espalda, sobre su nuca y sobre su cabeza, llenándole la boca, las orejas, los ojos, las ventanillas de la nariz...
La vecina, con los huevos envueltos en una servilleta, llamó a la puerta de Mr. Howard al día siguiente. Estuvo llamando durante cinco minutos. Cuando finalmente abrió la puerta y se introdujo en la vivienda, no encontró más que pequeñas motas de polvo flotando en el aire iluminado por el sol: las habitaciones estaban vacías, el sótano olía a carbón y a escorias de hulla, y en el ático no había más que una rata, una araña y una carta descolorida.
—Una cosa muy curiosa lo que le sucedió a Mr. Howard —dijo muchas veces durante los años siguientes.
Y los adultos, siendo como son, muy poco observadores, no prestaron atención a los niños que jugaban a los venenos en la calle Oak Bay durante todos los otoños siguientes. Ni siquiera cuando los niños saltaban sobre un bloque cuadrado y extraño de cementó, miraban a su alrededor y observaban después las marcas que había en el bloque y que decían:
Mr. HOWARD - R.I.P.
—¿Quién es Mr. Howard, Billy?
— ¡Ah! Supongo que será el tipo que puso aquí el cemento.
— ¿Y qué significa eso de R.I.P.?
— ¡Ah! ¿Quién lo sabe? ¡Estás envenenado! ¡Lo has pisado!
—Vamos, vamos, niños. ¡No os crucéis por delante de mamá! ¡Vámonos ya!

12 de junio de 2010

¿Tienes a esta persona en casa?

Queridos amigos bienvenidos a otro articulo de ¿TIENES A ESTA PERSONA EN CASA?
Desde el ultimo articulo recibimos muchos comentarios acerca de Claudias malvadas que fueron descubiertas gracias a este articulo, pero tambien otras Claudias que leyeron el articulo, se dieron cuenta de que eran malvadas y se deshicieron de... "pequeñas molestias".


TIENES UNA DENISSE EN CASA¿?

Primero investiguemos el nombre Denisse un nombre no tan comun pero tampoco unico, su nombre deriva de Dionisio Dios Griego del Vino, entonces seria en femenio: Diosa de los vinos griegos tambien significa belleza, juventud y porte.
El nombre original es masculino y corresponde, en Francés a Denis, en Inglés a Dennis y en Español a Dionisio. En la religión cristiana, Denis fue el primer obispo de París,quien fue decapitado y cuenta la leyenda, caminó casi 14 kilómetros con sus cabeza en las manos, hasta que cayó muerto en el lugar en donde hoy se erije la catedral de St.Denis, patrono de París. Algo macabro la historia del que llevo el nombre de Denis,

Pero busquemos algo mas especifico de una Denisse real aqui le increible historia de:
DENISSE GRESE
Un verdadero producto del régimen Nazi. Apodada como "La Hermosa Bestia", era guardia en los campos de concentración nazis de Ravensbrück, Auschwitz y Bergen-Belsen donde estaba encargada de 30,000 prisioneras judías.
Sus crímenes de guerra incluyeron desatar perros hambrientos sobre las prisioneras para que las atacaran, golpizas sadicas, a veces usando látigos, ejecuciones arbritarias a sangre fría y seleccionaba personas para mandar a la cámara de gases. Disfrutaba de ocasionar tortura física y psicológica. Denisse Grese contaba solamente con 20 años cuando cometió estos atroces actos.
En su alojamiento, después de su detención, fueron encontradas lámparas de mesa con las pantallas hechas de piel humana, exactamente de tres prisioneros judios asesinados y despellejados por ella misma.
Fue sentenciada a la horca por un jurado en Inglaterra por sus crímenes murio a los 22 años. Sus últimas palabras a su vuerdugo fueron: Schnell!" (¡Rápido!).

Increible lo que una Denisse puede hacer, pero que las lleva a hacer esto, veamos su perfil psicologico.
Frecuentemente es por venganza, el conocimiento de sus acciones aterroriza a comunidades enteras y con frecuencia las Denisses confunden a la policía, consecuencias que son incentivo de su sensación de poder. Este aspecto motivacional los desliga de los asesinos a sueldo y otros asesinos múltiples. Las Denisses frecuentemente tienen impulsos extremadamente sádicos. Estos anulan la capacidad de sentir empatía por el sufrimiento de otros, de esta manera, son frecuentemente llamados psicópatas o sociópatas, términos que han sido renombrados por nuestros psicólogos como trastorno de personalidad antisocial.

Pero sabiendo esto que se puede hacer:
- Huir como sea de su casa ya que su Denisse se lo puede comer.
- Escapar de su Denisse ya que para ella usted es un simple humano.
- Si no puede huir evite encontrarse con ella principalmente en la cocina.
- Evite tener una piel hermosa y suave, y si la tiene cubrala bien porque usted podria ser su proximo guante de cuero y su proximo baño.
- Si nesecita ayuda con su Denisse escribanos a este blog.

Bueno queridos lectores esto fue todo por el dia de hoy en la próxima entrada : ¿Tiene usted una Lorena?

¿Tienes a esta persona en casa?


¿TIENES UNA KAREN EN TU CASA?, 
La persona de hoy es Karen, pero ¿que significa este nombre? y ¿como es la persona que lo tiene?
Empecemos por su significado:
Karen: De origen griego. Variante danesa de Catalina y diminutivo de Katherine, significa de casta o de linaje puro. Tiene buena capacidad de liderazgo y poder para influenciar espiritualmente a los demás. Siente miedo a los cambios.
Aqui podemos leer que alguien llamada Karen siempre va menospreciar a los demas ya que ella creera poseer un linaje superior a los demas, ademas poseen un complejo de resistencia a los cambios y hara cualquier cosa para evitarlos, pero veamos un ejemplo mas claro y leamos esta bibliografia de una de las tantas Karen que caminan por el mundo.

Karen Garrow. Miembro de una secta terrorista. De gran y letal eficacia, independiente y orgullosa no solía respetar las decisiones y aveces actuaba por su cuenta. Los hechos se remontan al 6 de julio de 2001, aquel día los Karen atrajo al joven Hackert, hasta su apartamento, en la pequeña localidad de Witten, al oeste de Alemania. Una vez allí y sin previo aviso, Karen golpeó con un martillo a su víctima, y despues le asesto 66 puñaladas, tambien se le acusa de haber colaborado en ataques terroristas, se sabe de otros crimenes incluso se sabe que en su secta hacian experimentos con pesonas al mismo estilo nazi, pero no se tiene mas detalles, todos ellos por que ella creia que las demas personas son inferiores, actualmente ella se encuentra desapareciada asi que tenga cuidado.

Podemos saber que cualquier persona llamada Karen puede hacer esto y mas, ya que segun nuestros psicologos tiene mezcla de temor racial y orgullo de etnia que al que se le puede denominar «fundamentalismo étnico», esto se debe a que ellas aun siguen con el antiguo orden de los dominantes y los dominados y cualquiera que le diga que esto ya cambio sera considerado su peor enemigo, por ello es un peligro para la sociedad.
Aqui algunos consejos para tratar de convivir con una Karen:
- Trata de no discutir con ella.
- No cambies nada radicalmente o sin que ella sepa.
- Si tu cambias radicalmente ya estas muerto.
- Nunca estes solo con ella en una misma habitacion.
- Si por alguna razon se quedan solos, encierrate en tu habitacion.
- Evita que lea libros nazis.
- Nunca le menciones los terminos: racismo, superior, linaje, apellido y otros relacionados.
- Si tienes un apellido simple ni se te ocurra decirselo.
- Trata de no volver a verla nunca mas si te es posible.

Tambien sabemos que las karens tienen un complejo de fanatismo extremo asi que no te interpongas entre ella y sus favoritos.
Espero que estos simples consejos los ayuden, y si no tenemos un plan de proteccion al conocido.

Quien esta debajo de la cuna ¿?

QUIEN ESTA DEBAJO DE LA CUNA ??

Era una familia de solo tres integrantes, cuya única hija sufría de ceguera, como único amigo tenía un perro y este perro lo criaron desde cachorro era el entretenimiento de la pequeña la ayudaba a mantenerse ocupada en la casona donde vivía, que por cierto era una de esas casas antiguas en el centro de lima, muy oscuras y tenebrosas.

Siempre ella se quedaba dormida acariciando a su perro que también descansaba debajo de su cuna, cuando ella se despertaba por las noches por un mal sueño o por frío siempre bajaba su mano y acariciaba a su perro para sentirse más tranquila... también su perro cuando sentía lo mismo emitía sonidos muy suaves para que la niña lo acaricie.

Una noche de
halloween ella quería salir a pedir caramelos, pero los padres se opusieron por el estado en el que ella sufría por su enfermedad,

Ella subió al cuarto y cerró la puerta muy molesta y maldijo al cielo por haber nacido ciega,

Esa noche sus padres tenían una reunión con algunos amigos y se quedarían acompañándolos hasta una hora prudente para después descansar.

La niña media adormecida por el sueño, escucho que su perro la llamaba debajo de la cuna, ella bajo el brazo para acariciar a su perro, lo sintió y sintió que estaba acomodándose dando quejidos pequeños pero poco comunes y siguió descansando.

A la mañana siguiente los padres entraron al cuarto y en el espejo de su cuarto encontraron pintado con sangre, sabes quién está debajo de la cuna???

Al volver la mirada encontraron al pobre perro desgarrado y muerto debajo de la cuna.

Nunca hablaron con la niña al respecto, ni se sabe que paso con el animal debajo de la cuna ni quien le hizo eso???.........

Y tu sabes quién está debajo de la cuna????

11 de junio de 2010

No cojas el telefono!

NO COJAS EL TELEFONO

Patricia era una adolescente que, como muchas, trabajaba de canguro para ganarse un dinerito. Pues bien, una noche le dejaron a cargo de dos niños, los padres habían sido invitados a una fiesta y tardarían bastante en volver. Antes de irse le dijeron que podía coger lo que quisiera de la nevera. Todo transcurrió sin problemas, despues de darles la cena a los niños los acostó y se dispuso a ver una pelicula acompañada de un bol de palomitas y un refresco. Al cabo de un rato sonó el teléfono. Pensó que era la madre que llamaba para ver que tal iba todo, pero no. Nadie contestó al otro lado. Patricia no le dio importancia, seguro que se habían equivocado. Por verguenza mucha gente cuelga al darse cuenta de su error. Apenas unos minutos después volvió a sonar el aparato. Esta vez se escuchó un leve susurro.
-¿Quién es?- preguntó ya un poco nerviosa.
Silencio por respuesta. Colgó algo mosqueada, y a los pocos segundos sonó de nuevo.
-¿Diga?
-¿Has ido a ver como están los niños?
-¡Vete a la mierda!- contestó enfadada.
El típico gracioso que se divierte asustando a los demás. Pese a eso, aquello la puso muy nerviosa, así que llamó a la policía. Rapidamente explicó la situación a la persona que la atendió y esta le aconsejó que si volvía a llamar le distrajera para poder localizar la llamada. Patricia le dio las gracias y colgó. Efectivamente, pocos minutos más tarde el tipo volvió a llamar, y repitió su pregunta.
-¿Quién eres y que quieres? ¿Porqué no me dejas en paz?
-Pronto estarás en paz- le aseguró.
-Dejalo ya, no tiene gracia.
-Esto no es ninguna broma, aunque si te apetece podemos jugar.
La joven ya no pudo resistirlo más y colgó apresuradamente. Esperaba que eso hubiera bastado para localizar a ese majadero. Instantes después sonó el teléfono una vez más. Vaciló un momento hasta que finalmente descolgó. Era un policía.
-¡Muchacha!¡Sal de ahí inmediatamente! Las llamadas las hacen desde esa misma casa. Apenas si le dio tiempo al oficial a acabar la frase, Patricia salió de allí como alma que lleva el diablo. Nada más salir llegaron varios coches patrulla. Rápidamente informó que los chiquillos estaban en el piso de arriba; los agentes entraron con sus armas apunto. Cuando llegaron arriba el panorama que encontraron era desolador... los pequeños tenían el cuerpo lleno de profundos cortes, habían sido degollados. La chica fue consciente de la suerte que había tenido, pero nunca se pudo perdonar que mataran a los niños que ella debía cuidar.

Estas Sol@

ESTAS SOL@

Elvira era una niña de unos diez años que no tenía papá, su mamá trabajaba todo el tiempo por lo que tenía que dejar a su hija sola en casa, pero una noche sintió un escalofrío y tuvo miedo de dejarla sola, pero como no podía dejar su trabajo ya que era su único sustento decidió irse.
"Voy a llamarte cada dos horas para ver como estas y no le abras a nadie, cuando llegue tocaré la puerta tres veces".
La madre cerró la puerta y se marchó, Elvira, asustada y sola decidió dormir para que pasara el tiempo sin darse apenas cuenta.
Al poco rato, el teléfono sonó despertando a la niña, se levantó del sillón y apresurada cogió el teléfono con la esperanza de escuchar la dulce voz de su madre:
-Mamá, ¿eres tú? ¿mamá? ¿mamá?
Pero nadie contestó. Desilucionada y asustada colgó el teléfono y se fue a la cama mientras se tranquilizaba para quitar importancia a lo ocurrido.
De pronto, antes de que se acostase el teléfono volvió a sonar, al llegar y descolgarlo:
-¡Bueno... mamá no es gracioso contesta... mamá, estás asustándome!
Elvira colgó de nuevo el teléfono y regresó a la cama, esta vez más asustada.
De pronto llamaron a la puerta TOC TOC pero no hubo una tercera vez por lo que Elvira decidió no abrir ya que su madre le habia dicho que tocaría tres veces.
Al caer la noche, la madre no había llegado y Elvira empezó a preocuparse y de nuevo el teléfono sonó.
-Bueno... mamá, ya es tarde ven a casa
Del otro extremo sólo se escuchó:
-Tu estas sola ahora
Elvira colgó el teléfono desesperada empezó a llorar corrió a la puerta para ir con alguno de sus vecinos para que llamaran a la policía, pero al salir Elvira encontró el cuerpo de su madre tirado en el suelo, ensangrentado, sus piernas horriblemente torcidas hacia ambos lados, sus brazos quebrados como si un trailer hubiese pasado varias veces por encima.
Elvira no pudo resistir el tremendo impacto y cayó desmallada perdiendo el conocimiento, cuando despertó, estaba en un centro de psicología infantil.
Aunque la ayudaron a superar la traumática experiencia, ella no dejaba de soñar con esa voz que le decía una y otra vez:
-Tu estas sola ahora...
Los psicólogos creían que Elvira había sido la culpable de la muerte de su madre, pero Elvira pensaba que eso no era cierto.
Elvira quería mucho a la madre y soñaba todos los días con ella.
Hoy aunque han pasado diez años de aquel trágico accidente, Elvira sigue en tratamiento y totalmente traumatizada en un centro psicológico.
-¿Qué como se todo esto? simplemente porque yo soy Elvira y quiero decirte a ti que estas leyendo estas líneas:
TU ESTAS SOL@ AHORA

10 de junio de 2010

Terror en la Red!

Terror en la red

¿Has hablado alguna vez con gente muerta?

Yo solía ser un hombre incrédulo, racional en toda circunstancia. Yo solía hacer chistes con los muertos, con mis muertos, tomar a broma los relatos de apariciones, conjuros y todo lo relacionado a espíritus. Ahora ya no puedo.

Es maravilloso el avance la tecnología. La primera vez que me invitaron a una página social no sabia por donde empezar, con tanta información. Subí mi foto, llené mi perfil, y sin mentir, me dediqué a adornar tanto como pude mi solitaria vida. Ya que tenía algo de práctica y después de aceptar a algunos contactos como mis amigos, me aficioné a visitar páginas de antiguos conocidos, con lo que me entretuve y me asombré de todo lo que puede contar una foto o un detalle de las personas, más allá de lo que afirman sobre su vida.

Ya no vivo en mi ciudad natal, y había perdido contacto con muchas personas, incluso de mi familia, así que en mi búsqueda encontré de todo: los que gustosos exhiben sus logros de vida (y a veces presumen) lo que han logrado o disfrutado: buena vida, buena fiesta, excelentes viajes, una linda familia, un envidiable coche; los que aparentan y no son: felices, inteligentes, exitosos o ricos; las que intentan superar un trauma de juventud: operadas, con lentes de contacto de color o con peinados a la moda; los que opinan de todas las publicaciones o fotos de los demás; los que pasan su día dedicados a ganar puntos o medallas en sus juegos favoritos y que sus noticias nos informan acerca de su nivel de jugador o solicitan ayuda para mejorarlo; los que se suman a páginas o redes activistas, de ex alumnos o de artistas; los que recuerdan el pasado en fotos o narrando aventuras.

Me sentí nostálgico cuando revisé perfiles de antiguos compañeros de escuela o de trabajo, me alegre por algunos y compadecí por otros; me reí pensando que unos no cambian, me impactó ver como otros han cambiado demasiado, ojala en todos los casos para bien. Mi curiosidad me llevó a buscar a mis ex novias o chicas con las que salí y no sabía nada de su vida. En algunos casos la información era pública y sórdidamente me divertí un rato, mientras que en otros me quedé con las ganas de saber si salían con alguien, tenían hijos o se habían puesto gordas.

Es curioso ver las fotos que publican, algunos para presumir cómo viven o viajan, otros sólo para compartir cosas importantes de su familia. Algunos ponen 25 fotos de la misma escena, y tienen colección de todos los acontecimientos, aunque sean cotidianos. Las fotos principales, que van junto al nombre, también revelan aspectos importantes: los hay quienes están solos, en primer plano, al fondo en un bello paisaje, acompañados de su pareja, solo con sus hijos, o todos juntos. A veces aparecen sólo sus hijos, un dibujo o un logo. Y algunos, extrañamente, no ponen una foto jamás.

Así que ese archivo, esa vida virtual, se convierte en un reflejo de la propia vida. En casi todos los casos, porque los muertos no pueden narrar lo que piensan o sienten. O eso era lo que yo creía.

Solía revisar mi página unas cuatro veces por semana, aunque al principio, con la novedad, pase algunas semanas haciéndolo a diario, incluso dos o tres veces al día. Un día, se me ocurrió una broma macabra para el día de halloween: abrir una cuenta con el único compañero de generación fallecido; enviaría mensajes al resto de la generación y conseguiría polémica, susto entre ellos y para mí, mucha diversión.

No sé realmente porqué pensé que sería divertido. No sé porque pensé en Horacio, ya que era un buen tipo, moderadamente bien parecido y popular, aunque nunca fuimos muy cercanos. Supongo que por esa razón, nunca conectarían que yo pudiera administrar esa cuenta falsa. Éramos compañeros de salón, algunos años en la pequeña ciudad a la que pertenezco, hasta que él se había mudado a otra ciudad y yo a la capital del país. Un día, de forma extraña, hace unos 11 años ya, recibí una llamada en mi trabajo. Era Horacio, interesado en hacerme unas preguntas porque sabía que yo vivía en la capital, y pensaba visitarla. En el anuario consiguió el telefono de la casa de mis padres, mi madre le había dado mi nuevo número.

No me dio muchos detalles, solo dijo que andaba tras una muchacha por aquí y que necesitaba los datos de un hotel cercano a su casa y económico. Se los di, junto con el número del apartamento donde yo vivía. Pasaron algunos días y una noche, mientras bebía una cerveza frente al televisor, sonó el teléfono. Era Horacio, se oía abatido y triste. Me agradeció los datos del hotel, que le había resultado cómodo y me contó que las cosas no habían salido bien, que había visto y salido con la mujer a la que pretendía, pero que ella lo había rechazado, al parecer tenía un novio. Entonces intenté consolarlo, compadecido de que se encontraba solo en una ciudad grande y recurriendo a alguien relativamente extraño. Así que lo invité al apartamento, a charlar y beber, pero rechazó la invitación. Si me informó cuando regresaría a su ciudad no lo recuerdo.

Pocas semanas después, experimente una dolorosa sensación: me había enterado de la muerte de Horacio, que fue en su departamento, en circunstancias extrañas, de las que realmente nadie sabe, ya que circularon varias versiones: un asalto, un accidente casero… todo en medio de sangre. El cadáver lo encontró su hermano, que fue en su búsqueda después de algunos días de no contestar sus llamadas. Eso debió ser perturbador, porque regresó a vivir con sus padres después de aquello. Mi madre me informó la tragedia cuando lo leyó en el periódico local, al recordar que le había llamado preguntando por mí.

Llevé a cabo mi plan: Abrí la cuenta después de averiguar algunos detalles como fecha de nacimiento. Pasé algunas horas aquel viernes enviando mensajes de contacto a cada uno de los compañeros de la escuela, siguiendo una lista que previamente elaboré para evitar olvidar alguno, empezando por sus amigos cercanos o quienes aparecían frecuentemente en algunas fotos viejas que había conseguido. Claro que no me olvidé de las chicas que se rumoraba le gustaban o había salido con ellas. Me tardé bastante y aún con lo cansado que estaba después del trabajo, complete la lista y oprimí enviar.

Pero sin conocer las reacciones de todos esos contactos, me llegó el primer mensaje. Fue a la mañana siguiente de enviarlos, movido por la curiosidad, ingresé a mi cuenta con la idea de leer mensajes de pánico o de indignación (más respeto a los fallecidos) y tenía un mensaje en la bandeja de entrada. Remitente: Horacio Cárdenas.

Me temblaron las piernas y una oleada eléctrica me recorrió la espalda. ¿Alguien me estaría devolviendo la broma? Nadie conocía mi intención de hacerla ni la palabra clave de ingreso a la cuenta. Al leer el mensaje reconocí a su autor: Horacio. –Hola- recitaba el saludo, -desde mi visita a tu ciudad mi vida se complicó, hasta terminar, ahora estoy en un lugar extraño y he encontrado la forma de conectarme contigo, espero me ayudes-. Esa fue la primera pista, nadie, -ni mi madre- sólo la mujer que visitó y yo, sabíamos que había estado aquí.

Fueron los dos días más angustiantes de mi vida. El fin de semana más espantoso. Cerré de golpe la computadora y me salí del departamento. Caminé nerviosamente por la calle y me detuve a comprar un café. Todavía era muy temprano, había poca gente y yo me sentía asustado y perseguido. Volví como a la media hora, intentando convencerme que haber dormido poco me había afectado. Abrí la computadora y entonces leí: -No te asustes, compañero, que lo que hayas oído de los espíritus malos no aplica en mi caso, te perdono la broma, pero en serio necesito tu ayuda. P.D.: ¿Te gustó tu café?
Poco a poco el espacio público se fue llenando de los esperados mensajes, de casi todos los que había contactado, excepto yo. Mandaría alguno o sospecharían. Me fue difícil porque me temblaban tanto los dedos que escribir se hacía casi imposible.

-Necesito que mi familia sepa porqué morí- Me pedía en su siguiente mensaje. Yo daba vueltas de un lado a otro, no tenía hambre o sueño y casi me da un infarto cuando sonó el teléfono. A pesar de que era un insistente vendedor de seguros, agradecí su llamada y la atendí como una forma de sentirme acompañado o auxiliado por alguien.

Por fin me decidí a responder los mensajes, cuando comprobé que sólo a mí me habían llegado. –¿Qué quieres que haga? Si puedo, te ayudaré, pero antes dime: ¿que fui a hacer a tu casa el segundo año que compartimos juntos?- Intenté autentificar que fuera él, haciéndole una pregunta difícil de recordar para él o de saber para alguien más. –Un trabajo de maquetas- escribió, -lo recuerdo porque manchaste mi silla favorita mientras comentabas que te gustaba mi colección de cochecitos, sobre todo el cavalier sedán 1953-. Increíble la precisión de la respuesta, así que me convencí.

-Te contaré la verdad de mi muerte y te encargarás de que la sepan, y cuando mueras notarás de algún modo que habré agradecido lo que haces por mí -. Pensé que era mejor que no me agradeciera de ningún modo ni que mencionara mi muerte como un evento cercano, a pesar de saber que era un evento inevitable.

-Después de estar aquí en tu ciudad y ver a la mujer de la que estaba enamorado, regresé a la mía, profundamente triste. Ella me rechazó, de una forma cruel después de haberme dado esperanzas, de recibir regalos y atenciones de mi parte y de pedirme que la fuera a buscar. No sabía porque lo hizo, hasta el día en que morí. Tenía lágrimas en los ojos la última vez que nos vimos, pero pensé que eran fingidas, pensé que realmente era una mala persona, pero es un ángel. Pensó en sacrificarse por mí y no supo que alguien terminó sacrificándome.-

De repente mi miedo se confundió con mi curiosidad, con las ganas de resarcir no haberlo escuchado aquel día que me llamó afligido y que ahora podía compensar…¿informando a la familia lo sucedido? Me creerían o peor aún: ¿Me culparían de alguna forma?

-Aquella noche en la que morí, abrí la puerta, saludé a mi visita, y después de ofrecerle alguna bebida, recibí un golpe en la cabeza que me aturdió, con el mismo vaso en donde le había servido un refresco. Sin recuperarme aún, me acusó de pretender a la mujer que él amaba, a la que había amenazado para que me dejara pero que de cualquier modo sabía que yo seguía presente en su corazón, que mientras viviera no había esperanza de que me olvidara y peor aún de que lo amara a él. Así que me asestó tres puñaladas mortales y luego me empujó con fuerza tal que recibí un fuerte golpe en la cabeza. Diles a mi madre y a mi padre que mi asesino lleva mi sangre y vive con ellos. Dile que fue mi hermano quien hundió su cuchillo en mi cuerpo.-

Al leer aquello me dio vueltas la cabeza, como les diría, no tenía pruebas, me quedaba claro que era una advertencia importante y tenían que saber. Era mi responsabilidad. Pase esa noche revolviéndome en mi cama, y cercano al amanecer me venció el cansancio. Dormité algunas horas y en la mañana me levanté mareado y vomité un poco. Hacia el mediodía comí ligeramente, presionado por las treinta y dos horas que tenía sin comer. En la tarde me decidí y llame a sus padres, pensando que avisaría que iría a visitarlos para darles la noticia en persona.

Así que llamé, sin pensar mucho que pasaría si contestaba el hermano, o que pasaría si al llegar allá me toparía con él. Pensé en anunciarme para el siguiente fin de semana, ya que el viaje sería largo. –Bueno-, contestó su madre quedamente, con un tono que se me figuró tendría después de mucho llanto.
-Sra. Cárdenas, habla un amigo de Horacio, ha pasado mucho tiempo y no creo que se acuerde de mi, tengo algo importante que decirle y me gustaría ir a verla, vivo en la capital y quizá haré el viaje la próxima semana, ¿podría recibirme? Lo que tengo que decirle también concierne a su esposo- Me pareció oír un sollozo, y la madre de Horacio me contestó: -Efectivamente no te recuerdo, pero te recibiré. Aunque podría no ser la próxima semana, sino hasta dentro de algunas más y no estará mi esposo ya que lo enterramos el día de ayer-. –Disculpe, ¿Necesita ayuda? ¿Cómo murió?- Pregunté cortadamente – Fue muy extraño, sospechamos de suicidio, aunque tenía un golpe en la cabeza difícil de provocárselo él mismo, pero no te puedo dar detalles, tengo que colgarte, llama después, por mi no te preocupes, estoy con mi hijo menor, que me cuida.- Y cortó la llamada.

El corazón me latía aceleradamente mientras colgaba. La muerte del padre de Horacio sucedía mientras me asignaba mi misión. ¿Era responsable ahora por la suerte de su madre? ¿Debía llamar a la policía? ¿Quién me creería? Irracionalmente pensaba también en algo que me producía más terror: Ver descubierta mi broma en la red y las consecuencias que había traído. Lloré apesadumbradamente sobre mi computadora.

De repente, de un sobresalto me levanté de mi escritorio, habían pasado algunas horas, pero aún era viernes. El mensaje estaba terminado, la lista de nombres completa, sólo faltaba oprimir enviar, al parecer me había quedado dormido. No sentí alivio, pero al intentar borrar de mi máquina y de mi mente aquella horrible broma, abrí un mensaje del hermano de Horacio que decía: -Confío en tu silencio, sé que vives solo-.

Ruidos ahi abajo!

RUIDOS AHÍ ABAJO

A veces no me puedo dormir. Me asusta estar solo en mi cuarto pero esta noche pude hacerlo sin ningún problema, hasta ahora. Recién escuché unos ruidos espantosos que venían de abajo. Yo estoy en el primer piso, descansaba en mi cuarto tapado en la cama hasta el cuello cuando esos espantosos ruidos me despertaron. Fui al cuarto de mi madre pero no estaba ahí, mi padre está de viaje así que tampoco puedo contar con él. Después pase por la habitación de mi hermana, entré y no se que este pasando pero ella no estaba. Tal vez esos ruidos las han despertaron y esta abajo. Pero si es así ¿por qué los ruidos no paran? Parece que se esta librando una guerra justo en mi casa. No se si prender las luces o tantear el camino hasta llegar a las escaleras. No se porque pero siento que hay alguien detrás mío, me parece que respira cerca de mi cuello, no me animo a prender la luz del pasillo y sigo hacia las escaleras.
Los ruidos no se detienen, la planta baja es un campo de batalla. Si, definitivamente hay alguien detrás mío, sentí la suela de un zapato rechinar contra el suelo. Es alguien que trata de pasar desapercibido pero ya lo oí. Llegué a las escaleras, hay luces débiles que vienen de la planta baja. Tal vez son linternas, ¿puede que estén robando? No, nadie seria tan estupido de hacer tanto ruido. No se si bajar el primer escalón o quedarme quieto. Ahí alguien detrás mío acercando su mano hacia mi hombro, son garras siniestras ¿me quieren matar? ¿Tirar por las escaleras? Eso no, no lo voy a permitir. Me toca, despacio me toca. Creo que me muero de miedo… creo que… No!!!!
No podía permitirme morir ahí. Como si nada me di vuelta, sujeté al extraño de la mano y lo empujé por las escaleras. Su mano se me hizo familiar y sus gritos al caer también, esa voz, como la de… ¡mi madre! Encendí la luz del pasillo. Mi hermana salió del baño, miró debajo de las escaleras y enloqueció, comenzó a gritar. Se arrodilló gritando y mirándome a los ojos “¿¡que pasó!?” me dice mientras grita. Bajé con ella las escaleras. Mi asustada hermana se acercó al control remoto del televisor y lo apagó. Todos los ruidos espantosos terminaron. Recordé cuanto le gusta mirar videos musicales a todo volumen cuando papá no está y también recordé porque pude dormir tan cómodamente; mamá se había quedado a dormir en mi cuarto, junto a mi cama. Mi hermana encendió la luz y llamó desesperadamente por teléfono en busca de auxilio. Yo vi los ojos de mi madre, yo los vi. Ella no iba a esperar al doctor. Perdón mama…

9 de junio de 2010

El Colegio Poseido!

EL COLEGIO POSEIDO

Nadie se esperaba lo que iba a pasar en un tranquilo y apacible colegio de un barrio cualquiera. Esto paso hace solo unas semanas, una compañera de mi clase trajo una grabadora donde ella en su cuarto grabo unas voces que decían su nombre y que al final se reía todos medio incrédulos nos reíamos algunos se asustaron pero la mayoría nos lo tomamos a broma. Ese mismo día decidimos poner su grabadora en la clase una clase pequeña, la pusimos en medio encima de una mesa la grabadora grabo durante toda la media hora del recreo.

Termino el recreo y todos subimos para escuchar antes de que viniera el siguiente profesor lo que se había grabado en el recreo, paso un rato en la grabación cuando de repente se escucha unos ruidos como si se estuviera moviendo muchas mesas a la vez un poco más adelante de la grabación se escuchaba una voz muy suave diciendo que algo iba a pasar.

Una de las niñas de la clase atemorizada no quería entrar más en la clase pero nosotros la mayoría nos lo seguíamos tomando a cachondeo y hacíamos bromas con todo lo que había pasado.

Al otro día la niña que el día anterior se llevo la grabadora se le olvido esta vez y todos haciendo bromas sobre los espíritus bajamos al recreo sin saber nada de lo que iba a ocurrir.

Yo soy el encargado de cerrar todos los días la clase con llave para que no entre nadie a coger nada de otro o a hacer cualquier cosa a todo esto cerré la puerta y bajé con unos compañeros hacia el recreo paso la media hora y al subir, abrí la puerta y para nuestra sorpresa no te puedes ni imaginar lo que había pasado, nada mas entrar "TODAS" las mochilas sin excepción de ninguna estaban puestas en un montón una encima de otra al lado de la pared todas las mesas estaban puestas en forma de cruz y las sillas estaban todas con las patas encima de la mesa incluso hasta la del profesor nadie nos explicábamos que había pasado allí , la profesora me preguntaba a mi si yo había sido, yo le dije que no y mis compañeros los que bajaron conmigo lo aseguraron no había pasado nada .

A la otra mañana la chica de la grabadora esta vez si se la trajo y volvimos a grabar otra vez en el recreo para nuestra sorpresa al escuchar la cinta se escuchaba un lloro de un niño pequeño diciendo el nombre de Patricia asustados todos decidimos ir a contárselo a nuestra tutora esta no creyéndoselo fue a decírselo a la profesora de la clase de al lado la jefa de estudios que había estado mas tiempo en el colegio, esta dijo que en nuestra clase una profesora de repente se volvió loca y asesino en una especie de ritual a un niño pequeño lo puso sentado en una silla puesta encima de la mesa esta mesa en el centro de la clase y todas las demás en forma de cruz y esta en medio .

Según nos contó esta profesora Patricia se escapo y poco después la cogieron y al parecer el ritual lo izo el mismo día en que escuchemos el lloro del niño y había pasado hace unos diez años.

Asustados todos incluidos la profesora cogimos nuestras cosas bajamos las persianas y cerramos la clase con llave y hasta ahora no se ha vuelto a abrir.

Pero todo aun no acaba aquí hace unos días unos niños hicieron una foto a nuestra clase porque ya sabían lo que nos había pasado y en esa foto salía la persiana subida, que cuando cerramos la clase estaba totalmente bajada y no solo estaba subida y la luz encendida que la dejamos apagada no solo eso en la foto recoge como una mujer no más de 25 años esta asomada por la ventana. Toda esta historia es 100% real aun esa clase no se ha abierto, ni los profesores se atreven a entrar.

8 de junio de 2010

Un Cuento de Terror!

UN CUENTO DE TERROR

Y ahora aquí, a dos metros bajo tierra dentro de un cajón transparente de plástico, encadenado de pies y manos con los ojos vendados y además semidesnudo, ya sólo me queda esperar mi lenta, asfixiante y desesperante muerte; ya sólo me queda esperar que termine esta agonía que empezó en el momento en que nací...

Recuerdo que esto empezó un día como cualquier otro en el que estaba mendingando, no había comido por tres días, no tenía ni una gota de alcohol y para rematar, un grupo de muchachos con ropas elegantes y con miradas llenas de odio hacia toda la miseria que yo representaba, se divirtieron conmigo al ponerme una golpiza.

Recuerdo que en ese momento más que nunca había pensado en el suicidio; en terminar mi amarga existencia por cualquier medio. Me decidí aventarme a las vías del metro, llegué a la estación, me sentía tan acabado, tan derrotado, tan desanimado que no sé si me desmayé o me quedé simplemente dormido ahí.

Entre sueños recuerdo haber visto una sombra que se deslizaba por el piso hacia mis despojos, traté de encontrar qué era lo que la producía mas nunca pude, cuando de pronto, de esa sombra inexplicablemente emergió una persona demacrada; una persona con cara de que tenía la enfermedad más terrible que te pudieras imaginar, pero a pesar de eso, irradiaba una energía que me provocó el escalofrío más intenso jamás antes sentido. Un instante después, completamente despierto, sentí un sentimiento tan intenso como de desolación, angustia y terror juntos hacia esa persona, que me dio una taquicardia hasta llegar al punto de pensar que ahí mismo moriría por un infarto.

Un instante después de que esas emociones formaron parte de mí, llegué a la conclusión de que aquella persona era la encarnación de todo lo que está mal en el mundo o como infantilmente se le llama "el diablo", de pronto esta, realmente no sé cómo llamarle, con una voz en la que se escuchaban como niños que reían y cerdos que gemían lastimosamente al mismo tiempo; una voz que se escuchaba con la misma intensidad de un grito pero con un sonido más bajo que el mismo me dirigió la palabra, y lo que este demonio me dijo lo recuerdo tan claramente como el hecho de saber caminar y es lo siguiente:

-Tú, basura inmunda, ¿dónde ha estado todo este tiempo tu dios?, ¿cuándo te ha ayudado?. Yo te ayudaré, te haré inmortal 7 veces, pero a cambio usarás parte del dinero que ganes para destruir, matar y enviciar a todos los materialistas e interesados que estén a tu alrededor.

Medité la propuesta, vi que no tenía nada que perder, además al recordar a aquellos que me golpearon sentí que le iba a devolver a la sociedad todo lo que me había dado.

Lo último que recuerdo fue una gran sonrisa de burla, satisfacción y maldad impresa en su rostro antes de que se desvaneciera...

Al siguiente día me levanté como nuevo, las cosas se daban fácilmente, pronto me uní a un grupo de personas que daban shows extremos, de esos que les gustan a la gente morbosa, y al aprovechar mis múltiples "vidas" gané una gran cantidad de dinero fácilmente y, como dice el trato, destruí hogares, induje al vicio a mucha gente y pervertí conciencias sin remordimiento alguno.

En estos shows me mataban de muchas formas, no me escapaba del dolor, pero podía más mi avaricia que el dolor o el remordimiento. Me hicieron de todo, me dieron un balazo en el pecho y me levantaba; me tiré desde un cuarto piso y me levantaba; me senté en una silla eléctrica y me levantaba; me tiraron con un cañón antiguo al cuerpo y me levantaba; me tomé un litro de cloro y me levantaba; me inyectaron aire y me levantaba, en todo esto la gente sólo pagaba y disfrutaba sin saber que de verdad moría y revivía inmediatamente en cada acto.

La riqueza la disfruté como nunca antes en mi vida, y se me ocurrió que podía hacer otro acto más para retirarme con mi dinero y disfrutarlo el resto de mi vida. Fue cuando me propusieron meterme en una caja y enterrarme bajo tierra por un par de horas...

En el momento en el que me bajaron y me estaban cubriendo con la tierra escuché de nuevo la inolvidable voz que me dijo:

-Estúpida basura inmunda, no volverás a revivir, no supiste que después de que hablaste conmigo fue tu primera resurrección, es por eso que te sentiste tan bien.

Después de escuchar esa fatídica noticia me entró una enorme angustia, maldije a todo el mundo, preferí haberme suicidado esa noche, recordé su maldita sonrisa, me sentí humillado y usado, me arrepentí de mis actos...

Y ahora aquí, a dos metros bajo tierra dentro de un cajón transparente de plástico, encadenado de pies y manos con los ojos vendados y además semidesnudo, ya sólo me queda esperar mi lenta, asfixiante y desesperante muerte; ya sólo me queda esperar que termine esta agonía que empezó en el momento en que nací...